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LA CIENCIA Y SUS MÉTODOS

LA CIENCIA Y SUS MÉTODOS

POR: ROCÍO ARENAS CARRILLO

Al hablar de ciencia entendemos tradicionalmente que se trata de una actividad racional que está basada en un fundamento fiable, adquirido mediante la observación y la experimentación que son la base de cierto método que permite derivar teorías confiables potencialmente fecundas, es decir que el conocimiento científico lo concebimos como conocimiento objetivamente probado. Este método es el inductivo, y los sujetos que lo respaldan creen que la ciencia inicia con la observación sensorial, siempre libre de prejuicios, para proceder a registrar de manera fidedigna lo que se ve, se oye, etc., y lo expresan en enunciados que llaman singulares, generales o universales. Los enunciados singulares refieren un determinado acontecimiento o estado de cosas en un lugar y un momento determinados, es decir que todos los enunciados producto de la observación son singulares. Los enunciados generales expresan afirmaciones acerca de las propiedades o el comportamiento de algún aspecto del universo y, a diferencia de los singulares, éstos se refieren a todos los acontecimientos de un tipo en todos los lugares y en todos los tiempos. Todas las leyes y teorías que conforman el conocimiento científico son afirmaciones generales, y se les llama enunciados universales. Cuando un científico tiene a su disposición leyes y teorías universales puede extraer de ellas diversas consecuencias que le sirven como explicaciones y predicciones mediante un razonamiento denominado deductivo, que es estudiado por la lógica. A partir de una lista finita de enunciados observacionales singulares, el inductivista suele generalizar y construir una ley universal, siempre y cuando el número de enunciados observacionales singulares que sean la base de la generalización sea grande, resultado de una amplia variedad de condiciones, y que ningún enunciado observacional aceptado entre en contradicción con la ley universal derivada.

EL INDUCTIVISMO

Existe una serie de interpretaciones acerca del inductivismo, puesto que la ciencia ha sido concebida de distintas maneras, aunque en su mayoría sigue imperando un objetivismo que anula sin más al hombre, sus juicios, y su primacía con respecto al conocimiento y al análisis del mismo. Resulta muy cuestionable la certeza ingenua de que la ciencia busca descripciones verdaderas de lo que el mundo es en realidad. Por ejemplo, para Hempel, el método científico —es decir el método inductivo— no es posible porque supone un poder y un alcance sobrehumanos, cuando en realidad siempre es el resultado de los procesos lógicos del pensamiento de alguien. De ser así se observarían y registrarían todos los hechos sin seleccionarlos ni hacer conjeturas a priori por lo que se refiere a su importancia relativa; después se analizarían, compararían y clasificarían los hechos observados y registrados, sin más hipótesis o postulados que implican necesariamente la lógica del pensamiento; luego se establecerían generalizaciones inductivas sobre las relaciones clasificatorias o causales entre los hechos a partir del análisis; finalmente, la investigación sería tanto inductiva como deductiva, usando inferencias realizadas a partir de las generalizaciones previamente establecidas. Pero entonces ¿por qué atribuirle el mérito de objetividad absoluta y superioridad frente a cualquier otra forma de conocimiento? ¿por qué asegurar que cuando se dice que algo sucede siempre es porque ha sucedido un gran número de veces solamente? ¿bajo qué fundamento afirmar que la observación puede estar libre de elementos subjetivos cuando los seres humanos no podemos disociarnos de nuestros gustos, opiniones y expectativas? Estos cuestionamientos conducen a la conclusión de que las argumentaciones inductivas no son lógicamente válidas, porque por ejemplo puede haber conclusiones verdaderas cuando las premisas son falsas, o bien, dar conclusiones falsas poseyendo premisas verdaderas, es decir que la inducción no puede justificarse mediante bases estrictamente lógicas como se presume. Aunque se ha observado que la inducción ha funcionado un gran número de ocasiones, no significa que se justifique a sí misma apelando a la lógica. Además la inducción no puede validarse a sí misma, puesto que la inducción no puede ser utilizada para justificar la inducción, es decir que la ciencia, en último término, no se puede justificar de un modo racional.

DAVID HUME

David Hume, filósofo escocés, clasifica las percepciones de la mente en dos clases o especies de acuerdo a los grados de fuerza o vivacidad: las menos fuertes o intensas son los pensamientos o ideas; la otra especie, a falta de nombre en nuestro idioma, se le llama impresiones, que denotan nuestras percepciones más intensas: cuando oímos, vemos, sentimos, amamos, odiamos, deseamos, queremos, etc. Para él, todas nuestras ideas son copia de nuestras impresiones porque las ideas siempre son mucho menos intensas que las impresiones, por ejemplo las ideas, especialmente las abstractas, son naturalmente débiles por lo que la mente tiene un escaso dominio sobre ellas y las confunde fácilmente con otras ideas semejantes; sin embargo todas las impresiones —es decir sensaciones— son fuertes y vivaces, sus límites se determinan con mayor precisión y es no es fácil equivocarse con respecto a ellas. Por eso, aunque un pensamiento sea muy intenso, siempre será inferior a la sensación más leve. Asimismo, todos los objetos de la razón e investigación humana pueden dividirse en relaciones de ideas y cuestiones de hecho, y todos nuestros razonamientos acerca de cuestiones de hecho parecen fundarse en la relación causa y efecto, y es por esta relación que podemos ir más allá de la evidencia de la memoria y los sentidos. Todos nuestros razonamientos acerca de los hechos son de la misma naturaleza, y en ellos se supone que hay una conexión entre el hecho presente y el que se infiere de él. El conocimiento de esta relación en ningún caso se alcanza por razonamientos a priori, sino que surge enteramente de la experiencia, cuando encontramos objetos particulares que están constantemente unidos entre sí, es decir que todas las leyes de la naturaleza y todas las operaciones de los cuerpos, sin excepción, son conocidas solamente por la experiencia; y, como en todas las operaciones de la naturaleza, la invención o la representación imaginativa iniciales de un determinado efecto son arbitrarias, mientras no consultemos la experiencia, de la misma forma también hemos de estimar la supuesta conexión entre causa y efecto que los une y hace imposible que cualquier otro efecto pueda resultar de la operación de esa causa. De la misma manera, todo efecto es un suceso distinto de su causa; no podría, por tanto, descubrirse su causa, y su hallazgo inicial o representación a priori, han de ser enteramente arbitrarios, e incluso después de haber sido sugerida su conjunción con la causa, ha de aparecer igualmente arbitraria, puesto que siempre hay muchos efectos que han de parecer totalmente congruentes y naturales a la razón. En vano intentamos determinar cualquier acontecimiento singular, o inferir cualquier causa o efecto, sin la asistencia de la observación y la experiencia.

El mayor esfuerzo de la razón humana, dice Hume, consiste en reducir los principios productivos de los fenómenos naturales a una mayor simplicidad, y los muchos efectos particulares a unos pocos generales por medio de razonamientos apoyados por la analogía, la experiencia y la observación. Pero en lo concerniente a las causas de estas causas generales, vanamente intentamos su descubrimiento, ni podemos satisfacernos jamás con cualquier explicación de ellas. Estas fuentes y principios últimos están totalmente vedados a la curiosidad e investigación humanas.

N. R. HANSON

Hanson establece que la ciencia es una manera de pensar acerca del mundo, de formar concepciones determinadas por la experiencia, porque la observación es precisamente una experiencia, no el descubrimiento de un estado físico puro; del mismo modo la interpretación es una acción del pensamiento de los individuos, que ya poseen ciertos conocimientos que influyen necesariamente sobre las observaciones, una suerte de carga teórica. Y el conocimiento del mundo es un sistema de proposiciones, es decir que es fundamentalmente lingüístico porque son las palabras las que denotan lo conocido, no lo reemplazan, y no puede ignorarse el lenguaje y las notaciones en los estudios de observación.

KARL RAIMUND POPPER

El falsacionismo de Karl Raimund Popper considera que la ciencia es un conjunto de hipótesis que se proponen a modo de ensayo a fin de describir o explicar, de un modo preciso, el comportamiento de algún aspecto del mundo; sin embargo no todas las hipótesis lo consiguen. Hay una condición fundamental que cualquier hipótesis debe cumplir si se le ha de dar el estatus de teoría o ley científica: debe ser falsable. Una hipótesis es falsable si existe un enunciado observacional o un conjunto de enunciados observacionales lógicamente posibles que sean incompatibles con ella, esto es, que en caso de ser establecidos como verdaderos, falsarían la hipótesis. El falsacionismo sostiene que las teorías se construyen como conjeturas o suposiciones especulativas y provisionales que el intelecto humano crea libremente en un intento de solucionar los problemas con que tropezaron las teorías anteriores, y de proporcionar una explicación adecuada del comportamiento de algunos aspectos del mundo. Una vez propuestas las teorías han de ser comprobadas rigurosamente por la observación y la experimentación. De no ser así, deben ser eliminadas y reemplazadas por otras conjeturas especulativas, y en este avance gracias al ensayo-error, a las conjeturas y refutaciones, es que sólo sobreviven las teorías más aptas. Aunque nunca se puede decir lícitamente que una teoría es verdadera, se puede decir que es la mejor disponible, mejor que las anteriores existentes, y es mediante las falsaciones que la ciencia marca sus logros sobresalientes, es decir que se suscita un avance en la ciencia. Una buena teoría o ley científica es falsable justamente porque hace afirmaciones definidas acerca del mundo. Cuanto más falsable es una teoría es mejor, en tanto que resista la falsación todas las veces que se someta a prueba. Las teorías que han sido falsadas deben rechazarse de modo tajante. De ese modo se puede, como diría Popper, aprender de los errores y entonces aprender mucho sobre la verdad.

El propósito de la ciencia es falsar las teorías y reemplazarlas por otras mejores, más resistentes a las pruebas. La concepción falsacionista sofisticada de la ciencia, con énfasis en el desarrollo científico, traslada el centro de su atención de los méritos de una sola teoría a los méritos relativos de teorías enfrentadas. Proporciona una imagen dinámica de la ciencia en lugar de la concepción estática de los falsacionistas más ingenuos. Cuando una conjetura no resulta falsada en una prueba, entonces diremos que está confirmada. Los adelantos importantes estarán marcados por la confirmación de conjeturas audaces o por la falsación de conjeturas prudentes. Una teoría recién propuesta es más digna de atención si es más falsable que su rival, y en especial si predice un nuevo tipo de fenómeno que su rival no mencionaba. El falsacionista rechaza las hipótesis ad hoc, que consisten en que una teoría modificada no puede ser comprobada de manera que no lo sea también la teoría original, y estimula la propuesta de hipótesis audaces como mejoras potenciales de las teorías falsadas. Tomando en cuenta que una conjetura audaz en un momento de la historia no tiene que serlo en una etapa posterior. Las conjeturas se consideran audaces o no por referencia al conocimiento básico relevante, y serán nuevas si conllevan algún fenómeno que no figuraba en el conocimiento básico de la época.

CARL GUSTAV HEMPEL

Para Carl Gustav Hempel, la ciencia, a parte de ayudar al hombre a controlar su medio, responde a la exigencia desinteresada, pero no menos profunda y persistente de saber, del deseo de adquirir un conocimiento más amplio y una comprensión cada vez más profunda del mundo en que vive. Él distingue en la investigación científica dos grupos: las ciencias empíricas y las no empíricas. Las ciencias empíricas pretenden explorar, describir, explicar y predecir los acontecimientos que tienen lugar en el mundo en que vivimos. Sus enunciados deben confrontarse con los hechos de la experiencia y son aceptables sólo si están apoyados en una base empírica, es decir mediante la observación sistemática, entrevistas o estudios, pruebas psicológicas o clínicas, examen de documentos, etc. Se divide en ciencias naturales y ciencias sociales, y entre ellas la diferencia está en los temas, objetivos, métodos o presupuestos. Las ciencias no empíricas son la lógica y la matemática pura, cuyas proposiciones se demuestran sin referencia esencial a los datos empíricos.

Dice Hempel que la inducción se concibe como método porque conduce desde los hechos observados a principios generales mediante reglas aplicables mecánicamente, pero que no hay reglas de inducción aplicables a través de las cuales se puedan derivar o inferir mecánicamente hipótesis o teorías a partir de los datos empíricos, pues las hipótesis se infieren de datos recogidos con anterioridad mediante un procedimiento llamado inferencia inductiva, contraria a la inferencia deductiva; la primera implica la conclusión con un grado más o menos alto de probabilidad; la segunda implica conclusión con certeza. Él agrega que la transición de los datos a la teoría requiere imaginación creativa, porque el científico, en el intento de encontrar una solución a su problema, da rienda suelta a su imaginación, y el curso de su pensamiento creativo puede estar influido incluso por nociones científicamente discutibles, puesto que al conocimiento científico se llega inventando hipótesis a título de intentos de respuesta a un problema de estudio y sometiendo a la contrastación empírica, jamás reglas mecánicas de descubrimiento, cuando es menester cierta habilidad inventiva, que exige capacidad imaginativa, penetrante, de hacer conjeturas. Sin embargo, aunque la investigación científica no es inductiva en el sentido examinado, sí lo es en la medida en que supone la aceptación de hipótesis sobre la base de datos que no las hacen deductivamente concluyentes, y sus reglas han de ser concebidas por analogía con las reglas de deducción como cánones de validación más que de descubrimiento. Lo que hacen las reglas de inducción es formular criterios de corrección de la inferencia. Según algunas teorías de la inducción, las reglas determinan la fuerza del apoyo que los datos prestan a la hipótesis, y pueden expresar ese apoyo en términos de probabilidades.

THOMAS SAMUEL KUHN

Thomas Samuel Kuhn introduce la noción de paradigma, refiriéndose a las leyes explícitamente establecidas y los supuestos teóricos comparables al núcleo central de un programa de investigación. Sostiene, que un paradigma supone un determinado marco conceptual a través del cual se ve el mundo y en el cual se le describe, y un determinado conjunto de técnicas experimentales y teóricas para hacer que el paradigma se compagine con la naturaleza. Para él, la ciencia progresa mediante el esquema abierto: preciencia-ciencia normal-crisis-revolución-nueva ciencia normal-nueva crisis. La ciencia se estructura y dirige cuando una comunidad científica se adhiere a un solo paradigma, constituido éste por los supuestos teóricos generales, las leyes y las técnicas para su aplicación que adoptan los miembros de una comunidad científica determinada. Una revolución en el progreso científico supone un abandono de una estructura teórica y su reemplazo por otra, incompatible con la anterior.

Kuhn considera que la ciencia normal es una actividad de resolver problemas, ya sean de naturaleza teórica como experimental, gobernada por las reglas de un paradigma. La ciencia se distingue de la no ciencia por la existencia de un paradigma capaz de apoyar una tradición de ciencia normal. Una ciencia evoluciona, pero no por parte de un científico aislado sino por parte de la comunidad científica en su totalidad. El cambio de un científico de un paradigma por otro es como una conversión religiosa, puesto que no hay argumentos lógicos para demostrar la superioridad de un paradigma sobre otro, en todo caso se estaría dentro del ámbito de la psicología y la sociología. está regida por un solo paradigma, ya que éste establece las normas necesarias para legitimar el trabajo dentro de la ciencia que rige. Cuando un paradigma ha sido debilitado y socavado hasta el punto de que sus defensores pierden su confianza en él, ha llegado el momento de la revolución, pero no por parte de un científico aislado sino por parte de la comunidad científica en su totalidad. El cambio de un científico de un paradigma por otro es como una conversión religiosa, puesto que no hay argumentos lógicos para demostrar la superioridad de un paradigma sobre otro, en todo caso se estaría dentro del ámbito de la psicología y la sociología.

El científico es un solucionador de enigmas, entendidos éstos como una categoría especial de problemas que puede servir para poner a prueba el ingenio o la habilidad de resolverlos, pues intuitivamente conoce la respuesta. Pero no hace falta un conjunto completo de reglas, Kuhn rechaza todas las corrientes del falsacionismo, incluso cuando se fracasa en la resolución de un problema, se considera un fracaso del científico, mas no una insuficiencia del paradigma.

PAUL KARL FEYERABEND

Paul Karl Feyerabend afirma que ninguna de las metodologías de la ciencia ha tenido éxito, pues ninguna ha proporcionado reglas adecuadas para guiar las actividades de los científicos, y que no deberían estar obligados por ellas, sino que todo vale, porque no se sabe nunca de antemano qué teoría tendrá éxito y cuál fracasará, puesto que todas las metodologías, incluso las más obvias, tienen sus límites; además, señala que es poco razonable esperar que la ciencia sea explicable sobre la base de unas cuantas reglas metodológicas, esto resulta poco realista porque se tiene una visión demasiado simple de los talentos del hombre y de las circunstancias que fomentan o provocan su desarrollo; y es perniciosa porque el intento de aplicar las leyes está dirigido a incrementar nuestra cualificación profesional a expensas de nuestra humanidad; y es perjudicial a la ciencia porque pasa por alto las complejas condiciones físicas e históricas que influyen en el cambio científico.

Este filósofo considera que las teorías son inconmensurables en tanto que no es posible explicar unas con los principios de las otras al comparar sus consecuencias lógicas; por otra parte, los criterios de elección entre las teorías inconmensurables son, en última instancia, resultado de un subjetivismo implícito, lo que no significa que no sean juicios racionales.

Feyerabend niega la superioridad de la ciencia sobre otras formas de conocimiento; además, a la luz de su tesis de la inconmensurabilidad, no hay argumentos para probarlo, también porque se derivan de criterios racionales. Acusa la institucionalización de la ciencia en nuestra sociedad porque es incompatible con la actitud humanitaria, dice que hace falta liberar a la sociedad de la ciencia como ideología para así tener la libertad de elegir entre otras formas de conocimiento y otras tradiciones, puesto que un ciudadano maduro en una sociedad libre es alguien que ha aprendido a pensar por sí mismo y se ha decidido a favor de lo que más le conviene. La sociedad ideal de Feyerabend es la ideológicamente neutral, donde cada quien elija y no le sea impuesta una ideología contra su voluntad.

El intento de aumentar la libertad, de procurar una vida plena y gratificadora, y el correspondiente intento de descubrir los secretos de la naturaleza y del hombre implican, por tanto, el rechazo de criterios universales y de todas las tradiciones rígidas. Creer que hay un método fijo para el conocimiento científico es una concepción excesivamente ingenua del hombre. El conocimiento no consiste en una serie de teorías autoconsistentes ni en un acercamiento gradual hacia la verdad. Para examinar, analizar y descubrir el mundo no es posible hacerlo desde dentro, hacen falta un conjunto de supuestos alternativos, construir, por decirlo así, un mundo alternativo completo para descubrir los rasgos del mundo real en el que creemos habitar. Debemos inventar un nuevo sistema conceptual que mantenga en suspenso los resultados experimentales más cuidadosamente establecidos, que confunda los principios teóricos más plausibles, y que introduzca percepciones que no formen parte del mundo perceptual existente.

Pero la ciencia continúa presidiendo las conciencias porque sus seguidores son incapaces de comprender, y no están dispuestos a tratar con ideologías distintas. La sociedad moderna trata de manera especial a la ciencia y le concede privilegios que no gozan otras instituciones, el estado gasta inmensas sumas en ella, acepta sus leyes y hechos, y la convierte en base de decisiones políticas, e incluso en las escuelas las materias de ciencia son obligatorias y jamás sustituibles por otras, siempre con intereses sectarios con el argumento de que los hechos, la lógica, y la metodología son los que deciden, mientras los científicos son rodeados por una aureola de excelencia.

Dice que la separación estado e iglesia debería complementarse con la separación entre estado y ciencia, sin temer hundimiento alguno, porque siempre habrá quienes prefieran ser científicos a ser los dueños de su destino y se sometan de buena gana a la clase de esclavitud, y también habrá otros individuos que examinen su trabajo y lo adulen. Separar la ciencia de la no ciencia es en perjuicio del avance del conocimiento, porque si deseamos comprender la naturaleza y dominar nuestro contorno físico, entonces hay que hacer uso de todas las ideas, de todos los métodos, y no de una pequeña selección de ellos. En esto consiste la libertad en la ciencia, y no en adoctrinar, de dominar de una forma racional, no sólo a quienes se asocian con ellos, sino a toda la sociedad.

BIBLIOGRAFÍA

Chalmers, Alan F. ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Tr. Eulalia Pérez Sedeño y Pilar López Mañez, Ed. Siglo XXI, 23ª ed., 1982, México.
Feyerabend, Paul Karl. Tratado contra el método. REI, 1997, México.
Hanson, N. R. Patrones de descubrimiento. Alianza Editorial, 1996, Madrid.
Hempel, Carl Gustav. Filosofía de la ciencia natural. Tr. Alfredo Deaño, Alianza Editorial, 1973, Madrid. (Alianza Universidad, 47).
Kuhn, Thomas Samuel. La estructura de las revoluciones científicas. Tr. Agustín Contin, F. C. E., 2ª ed., 1997, México. (Breviarios, 213).
Popper, Karl Raimund. La lógica de la investigación científica. REI, 1996, México.

6 comentarios

jorge sanguino -

Interesante,el artìculo al poner en duda el mètodo cientifico, la verdad es que hoy mucho màs que ayer, lo que pre-valese es la duda, para asi cultivar la incertidubre, para conducirnos a nuevas relidades.

Roberto O. -

Buenisimo!

Felicidades.

Noemágico -

Horacio: Muchas gracias por tu comentario, ya le había completado el párrafo pero no sé por qué siempre regresa a la versión anterior. Lo volveré a corregir ahora que vuelva a casa y revise el archivo.
Por otra parte, yo creo que se ha magnificado al sujeto científico, y lo peor es que se la creen. Todo acto de conocimiento es igualmente válido, independientemente del respaldo ideológico que lo sustente.
Saludos y bienvenido a Noemágico.

Horacio Claudio -

El segundo párrafo del subtítulo a Kuhn está incompleto, ¿la palabra que falta es revolución?. Feyerabend (no lo he leido) señala algo que comencé a pensar desde el 3° semestre en la carrera de Biología. La cienca sólo es un camino al "conocimiento", y en mi opinión, el más egocéntrico y "presumido"(visión quizá enriquecida por las personalidades de algunos de mis profesores, que son científicos... je). Ya lo dices en el ensayo, la observación es una configuración de la percepción humana y por lo tanto no es la única (ni la que más puede acercarnos a la "verdad"). Sin embargo, para fines prácticos puede ser la más indicada en cuanto a que es bastante severa -rígida- en cuanto a la evaluación de sus resultados, tanto ideológicos como metodológicos o técnicos (estos últimos con valor pragmático). Sin embargo, para fines más integrales (más humanos) considero que es incompleta pues nos cierne en lo "visible y palpable" del mundo cuando hay más aún en él que lo que nuestros órganos sensoriales pueden reportarnos.
¡qué padre ensayo!

matias -

muy bueno toda la paginita, pero igual todavia no tuve oportunidad/ganas de ponerme a leer algo ^_^. gracias por avisarme. (algun día me podrias escribir...)

Angry Bee -

su blog cada vez vá mejor, le felicito sinceramente.