Blogia

NOEMÁGICO

CITA: LA POÉTICA DE BORGES

CITA: LA POÉTICA DE BORGES

La palabra habría sido en el principio un símbolo mágico, que la usura del tiempo desgastaría. La misión del poeta sería restituir a la palabra, siquiera de un modo parcial, su primitiva y ahora oculta virtud. Dos deberes tendría el verso: comunicar un hecho preciso y tocarnos físicamente.

Jorge Luis Borges (Argentina)


ORÁCULO DEL ESPEJO

ORÁCULO DEL ESPEJO

Mátame ahora, asesino de espejos,

con tu boca abriendo mis alas,

mariposa suspendida de tu lengua

en el ahogo crepuscular .

Un cielo de bronce moja mi geografía

para darte a beber, a embriagar tus sentidos

mientras oscilo... la muerte en el beso marino

la prórroga el espejo el asesino,

la imagen de un deseo inmarcesible

que ahora viaja hacia otros territorios

sin miedo sin voz sin destino...

sólo el vuelo

hilo de plata tu semilla en mi penumbra.

No me hagas volver a la flor,

no quiero el néctar de la vida

el eco del dolor la mano divina.

Déjame atada a ti, abrirme a la noche

desplegada, oscura de mar

y entonces, con el pasado con el deseo

con tu voz resonando, rompe el espejo,

arranca mi sexo, mi paz

y cuando sólo quede mi polvo estelar

envuélvete en él,

llenaré tu sombra de mi viaje a la eternidad.
POR: ARJÉ

LIBRE ALBEDRÍO O LA PERVERSIÓN DEL SABER

LIBRE ALBEDRÍO O LA PERVERSIÓN DEL SABER

POR: ROCÍO ARENAS CARRILLO

 

El interés más profundo [...] Se interroga por un poder,

un deber y un permitir de la razón humana.

MARTIN HEIDEGGER, Kant y el problema de la Metafísica.

Frente las dimensiones antropológicas en que se inscriben nuestras resistencias ante los nuevos escenarios, M. Mead propone una honda reflexión acerca de la naturaleza de los procesos de cambio, [1] más allá de dedicarnos a rumiar la incomprensión del deterioro en la calidad de la enseñanza, el fracaso escolar, la deserción, la desmoralización creciente de los profesores inculpando al desarrollo tecnológico, a las recesiones económicas y a las políticas neoliberales de semejantes circunstancias, sin hacer conciente el desfasamiento de los procesos de comunicación, “ignorando que en cuanto transmisor de conocimientos la sociedad cuenta hoy con dispositivos de almacenamiento, clasificación, difusión y circulación mucho más versátiles, disponibles e individualizados que la escuela.” [2] Existen múltiples soportes discursivos que han originado transformaciones en los modos de leer, restándole poder al libro y a las instituciones que lo sustentan; sin embargo, en lugar de indagar en ellos, de ingresar es esos ámbitos solemos pensarlos como perversos, incapaces e incapacitantes de la apropiación crítica y creadora, reduciéndolos:

a sus efectos morales y traduciéndolo[s] a un discurso de lamentaciones sobre la manipulación que los medios hacen de la ingenuidad y curiosidad de los niños, sobre la superficialidad, el conformismo y el rechazo al esfuerzo que inoculan en los jóvenes “llenándoles la cabeza de morbo, banalidad y ruido”. [3]

Los modos en que el saber circula nos obligan a replantear el modelo de comunicación que sustenta el modelo pedagógico, aunque se violenten los discursos del saber escolar. Las nuevas tecnologías no deben ser comprendidas como medios, es decir instrumentos para reforzar las prácticas tradicionales de la enseñanza, desautorizándolos, satanizándolos al margen si éstos son utilizados para otros fines siniestros, provocando con esta actitud justamente lo contrario porque, cuando se está fuera de las aulas, promueven actos de libertad, de integración y ejecución de otros códigos que en la mayoría de los casos los profesores desconocen.

En las tradiciones heredadas del pasado y nuestras iniciativas del presente se advierte que la constitución de la conciencia se realiza mediante la imaginación, no sólo individual sino también colectiva, y este imaginario actúa, siguiendo a Paul Ricœur , ya sea bajo la forma de la ideología, ya bajo la forma de la utopía; mas no comprendiéndolas como figuras de la imaginación reproductora y la imaginación productora, siempre en sus modos patológicos, sino en una posición crítica de estas dos figuras de la conciencia falsa, tomándolas en su complementariedad, en sus intercambios mutuos. [4]

Una sociedad simplificante, que tiende siempre a homogeneizar, impide que el hombre sea autónomo, libre, con la conciencia y la capacidad de actuar de acuerdo a sus propias decisiones, sin menoscabo de aquélla que se refiere a condiciones políticas o civiles, sino esa libertad que la tradición ha llamado libre albedrío, libertad de elección o de decisión:

Y libre significa gente capaz de saber leer la publicidad y para qué sirve, y de no dejarse masajear el cerebro, gente que sea capaz de tomar distancia del arte de moda, de los libros de moda, gente que piense con su cabeza y no con las ideas que circulan a su alrededor. [5]

La libertad es un derecho moral, y los educadores tienen la obligación de promover, de plantear, de experimentar en lugar de cerrarse ante la modernidad, a ese exceso de racionalismo que es necesario denunciar para la liberación de los prejuicios, una suerte de conversión para que la conciencia despierta llegue a ser ella misma y, de esta manera, logre su propia comprensión, para que el hombre descubra y genere la dimensión verdadera de sus experiencias, que se descubra a sí mismo como sujeto racional que subyace al mundo, puesto que la razón señala aquello hacia lo cual el hombre en tanto hombre es, en su ser más íntimo, lo único que puede hacerle feliz.

 


[1] Martín-Barbero, Jesús. Oficio del cartógrafo. Travesías latinoamericanas de la comunicación de la cultura. F.C.E., Santiago de Chile, 2002. p. 326.
[2] Íbid. p. 330.
[3] Íbid. p. 331.
[4] Ricœur, Paul. Del texto a la acción. Ensayos de Hermenéutica II. F.C.E., 2ª ed., México, 2002.
[5] Martín-Barbero, Jesús. Op. Cit. p. 344.

INTRODUCCIÓN AL ENSAYO

INTRODUCCIÓN AL ENSAYO

El ensayo es un texto argumentativo de carácter polémico, agresivo, que expone discursivamente una hipótesis personal, una visión particular y subjetiva que, desde un ángulo específico, examina y pone a prueba lo ya establecido, y ofrece la posibilidad de derruir lo que se creía firmemente cimentado y sustituirlo por otra cosa que pueda ser nueva y diferente. No se trata de juzgar al azar, es el producto de la meditación e interpretación de las realidades materiales o espirituales en comunicación con las propias ideas. El juicio es la materia prima, es lo que constituye el aspecto crítico del ensayo. En él, se reflexiona sobre las cosas no con amplitud, sino con profundidad. Puede darse un juicio sobre algo insignificante, buscando la manera de apoyarlo y consolidarlo, puede ser un problema antiguo, agotado al parecer, pero lo original consiste en enfocarlo de otra manera, ya que no es posible agotar algún tema porque no lo podemos contemplar en su totalidad.

El ensayo proviene de la duda y la inconformidad, por eso hay que remover lo establecido. Al haber realizado un ensayo es obvio de que se está en contra de algo, pero no basta escribir en contra, sino vivir en contra. En el ensayo cualquier problema o asunto se convierte en problema íntimo, individual; en él, se usa la ironía, se sensibiliza, se anima frecuentemente con un tono humorístico o cierta coquetería intelectual, evitando la erudición.

Se trata de un texto formativo, de encauce de criterios, de apertura a diversos caminos de pensamiento. Su objeto no consiste en la exposición de conocimientos, ni en la ordenación de datos informativos, sino en la proyección de una idea que se ensaya; no es dar pensamientos hechos sino hacer pensar. Tiene que perturbar al lector ya sea a favor o en contra. El ensayo no es para todos, no es convencional: es personal, subjetivo, y en él se refleja la personalidad de quien escribe.

Es un género híbrido en cuanto le forman dos categorías diferentes: lo didáctico y lo lógico en la exposición de nociones o ideas; pero también por su flexibilidad, por su libertad ideológica y formal, es decir por su calidad subjetiva, es que suele tener un relieve literario. En el ensayo hay siempre un intercambio de disciplinas, y puede tener una dimensión estética en la calidad de su estilo, pero requiere a la vez de una dimensión lógica en la exposición de los temas.

El ensayo comparte con la ciencia la exploración más a fondo de la realidad, la posibilidad de acercarse a la "verdad" de las cosas. Y con el arte, la originalidad, la intensidad y la belleza expresiva.

No hay un estilo definido para el ensayo, pero debe ser claro en la expresión, y el ensayista debe saber bien el tema, pues éste debe haber sido previamente reflexionado. Las diferencias entre los ensayos radican en la originalidad en los modos y formas de pensamiento, y en la sistematización lógica a lo que corresponde la variedad y la libertad temática. Desde el inicio se expone lo que se pretende demostrar y se reconocen los límites de la interpretación. No se debe titubear en la argumentación ni contradecirse. No hay ensayos a medias.

 

 

El ensayo mexicano moderno. Vol. 1, Selección, introducción y notas de José Luis Martínez, F.C.E., México. (Letras Mexicanas, 39).

 

Lee también el post: Escribir un ensayo

 

CITA: LA PROPAGACIÓN DE LA POESÍA

CITA: LA PROPAGACIÓN DE LA POESÍA

Los verdaderos poemas

 

son incendios.

 

La poesía se propaga

 

por todas partes,

 

iluminando sus consumaciones

 

con estremecimientos

 

de placer o de agonía.

 

Vicente Huidobro (Chile)

LAS INTENCIONALIDADES EN LA OBRA DE JULIO CORTÁZAR

LAS INTENCIONALIDADES EN LA OBRA DE JULIO CORTÁZAR

POR: ROCÍO ARENAS CARRILLO

En la fenomenología , la intuición designa una especie de vivencias intencionales caracterizadas por tener dado el objeto al que se refieren, siendo especies de intuiciones la percepción, la fantasía, la imaginación y el recuerdo. [1] Tales intuiciones pueden darse en la lectura de un cuento o una novela, y a los niveles que la construcción del texto sugiera; sin embargo estas intuiciones dependerán en gran parte del lector y de la actitud de éste ante el texto en cuestión.

Para que la literatura sea concebida como una estrategia verbal que cumple con una función estética, deben considerarse los polos a los que se refiere W. Iser: el artístico y el estético, correspondiendo al artístico el texto creado por el autor, y al estético la concreción realizada por el lector, [2] es decir que el lector es un sujeto intencional y vivencial que determina el objeto al que se refiere.

La literatura de Cortázar es susceptible de provocar diversas intuiciones e intencionalidades en los lectores, que dependen de la conciencia del lector, porque cada recepción del relato será distinta puesto que así son las conciencias y las disposiciones ante los actos intencionales, aun en cualquier circunstancia social y cultural. Lo anterior es válido para la obra cortazareana y para cualquier otra, sin embargo la de Cortázar posee algunas líneas de significación que discriminan a cierto tipo de lectores, de alguna manera sus textos exigen intencionalidades más avezadas y disposiciones de aprehensión que hagan de la literatura una experiencia de lenguaje que sea a la vez una síntesis estética, una búsqueda, un puente. Para Iser los efectos de la lectura no son algo dado en los textos mismos

sino una operación desencadenada por el texto en la que las disposiciones individuales del lector, sus contenidos de conciencia, sus intuiciones condicionadas temporalmente y la historia de sus experiencias, se funden en mayor o menor medida con las señales del texto para formar una configuración significativa. Por eso juegan un papel esencial en el proceso de lectura las actitudes, expectativas y anticipaciones del lector, puesto que esas configuraciones pueden formarse sólo en conexión con tales actitudes. Incorporan actos de anticipación que preceden a los actos de captación. [3]

Además, Iser señala que el lector sólo se satisface cuando pone en juego su productividad, cuando el texto le ofrece la posibilidad de ejercitar sus capacidades. La lectura no genera esencias nuevas pero sí recrea significados, abre espacios significativos que no son evidenciados en la conciencia ordinaria, y consiste en que el lector o destinatario debe actualizar la serie de artificios que aparecen en el texto, tal como se presentan en su manifestación lingüística, porque su característica fundamental es la de darse al lector, es decir que no es un discurso subordinado a la función comunicativa del lenguaje, no trata de dar a conocer hechos sino suscitarlos. El lector de literatura se asume como un operador capaz de actualizar los elementos del texto, ya que éste requiere de ciertos movimientos cooperativos, activos y conscientes por parte del lector.

Umberto Eco explica que el texto está lleno de espacios en blanco, de intersticios por rellenar; el escritor los dejó así porque un texto es un mecanismo perezoso, económico, que vive de la plusvalía de sentido que el destinatario introduce en él, y porque a medida que pasa de la función didáctica a la estética, un texto deja al lector la iniciativa de interpretación, pues un texto se emite para que alguien lo actualice: "Un texto es un producto cuya suerte interpretativa debe formar parte de su propio mecanismo generativo: generar un texto significa aplicar una estrategia que incluye las previsiones de los movimientos del otro; como ocurre, por lo demás, en toda estrategia." [4] Esto significa que el escritor hace uso de determinadas estrategias para que su lector reaccione en una suerte de dialéctica con el texto, que en vez de asumir pasivamente los elementos esenciales de la obra, sea un partícipe activo en el que los significados surjan, tomen otras direcciones, se multipliquen y, ante todo, trasciendan la experiencia estética; para ello, el lector debe poseer las competencias suficientes para entrar en el juego. El escritor: "Deberá prever un Lector Modelo capaz de cooperar en la actualización textual prevista por él y de moverse interpretativamente, igual que él se ha movido generativamente." [5] La especificidad del discurso literario reside en que, en esos movimientos generativos, se establecen esquemas de significaciones que el lector asumirá subjetivamente. Eco describe este tipo de escritos como «obras "no acabadas", que el autor parece entregar al intérprete más o menos como las piezas de un mecano, desinteresándose aparentemente de adónde irán a parar las cosas» [6] y sigue:

La poética de la obra "abierta" tiende (...) a promover en el intérprete "actos de libertad consciente", a colocarlo como centro activo de una red de relaciones inagotables entre las cuales instaura la propia forma sin estar determinado por una necesidad que le prescribe los modos definitivos de la organización de la obra disfrutada. [7]

Aquí convergen varios elementos fundamentales de la obra de Cortázar : que su estructura es una obra abierta; la necesidad de una conciencia, la disposición de ésta, para que los textos encuentren su forma más completa, que se realicen como textos, y; el disfrute, el goce estético de estos relatos. La obra abierta como programa productivo del artista, promueve la máxima apertura posible: el lector del texto sabe que cada frase, cada figura está abierta sobre una base múltiple de significados que él debe descubrir, es decir efectuar, dependiendo de su disposición intencional, tomando en cuenta que tales significados no tienen que ser necesariamente conceptos, sino pueden ser sensibles e imaginaciones. La importancia de este tipo de textos, reside en que cada relato se hace múltiple al enfrentamiento con distintos lectores con diversas disposiciones intencionales, cada cuento potenciado por su apertura, nos ofrece algo más que la anécdota relatada, nos invita a hacer la obra con el autor, que leer sea también realizar la obra; para ello, para que el lector cierre, fije y complete el texto con su propia interpretación, se requiere de un lector dispuesto y capaz de realizarlo.

Julio Cortázar tiene muy presente la tarea recreativa del lector, tanto en sus ensayos como en las narraciones, tan es así que en Rayuela creó a Morelli, autor y crítico de literatura, estableciendo asimismo el cuestionamiento de la novela que habita, la teoriza, como una novela que se genera a sí misma. Morelli y las morellianas conforman en gran medida los capítulos prescindibles de la novela. Este personaje que es de algún modo el autor ficticio, está también presente en otros textos como en La vuelta al día en ochenta mundos, en El diario de Andrés Fava, y en otros relatos en que los personajes dialogan continuamente en círculos de lectores. Es bien sabido que los autores pueden decir y argumentar cualquier idea sobre el quehacer mismo de la literatura, sin que deban tomarse sus meditaciones como revelaciones o verdades sobre su construcción o sus significaciones. Sin embargo, en este caso, la incursión de Morelli ha sido tan determinante en la recepción de la obra de Cortázar que la hemos considerado fundamental para la descripción de los alcances significativos que establece. Las ideas del personaje o autor ficticio, análogas a las del autor real, motivaron a Julio Ortega a compilar La casilla de los Morelli, libro con las diferentes voces de Morelli en busca de una misma finalidad: “Estas páginas (...) no buscan su centro en una nueva «teoría literaria», sino en una poética de exclusiones y de integraciones, que se cumple en la posible identidad de un lenguaje y una indagación que alteran lo real.” [8] La inclusión de Morelli ha instaurado una operación crítica que abre la posibilidad de otro lector que llama lector cómplice opuesto a otro tipo de lector llamado lector hembra. Dice Cortázar en Viaje a un país de cronopios:

Detesto al lector que ha pagado por su libro, al espectador que ha comprado su butaca, y que a partir de ahí aprovecha el blando almohadón del goce hedónico o la admiración por el genio. ¿Qué le importaba a Van Gogh tu admiración? Lo que él quería era tu complicidad, que trataras de mirar como él estaba mirando con los ojos desollados por un fuego heracliteano. Cuando Saint-Exupéry sentía que amar no es mirarse el uno en los ojos del otro sino mirar juntos en una misma dirección, iba más allá del amor de la pareja porque todo amor va más allá de la pareja si es amor, y yo escupo en la cara del que venga a decirme que ama a Miguel Ángel o a E. E. Cummings sin probarme que por lo menos en una hora extrema ha sido ese amor, ha sido también el otro, ha mirado con él desde su mirada y ha aprendido a mirar como él hacia la apertura infinita que espera y reclama. [9]

El lector cómplice será aquél que entre en el torrente de signos y de vivencias a que está invitando el texto, a la cooperación para edificar sus significados y aprehensión de los mismos.

En el acto de la lectura hay dos alternativas, una aprehensión y una explanación intuitiva y original de los fenómenos, o la ingenuidad de una accidental visión directa e irreflexiva como la del lector-hembra. Morelli ve la posibilidad de hacer del lector un cómplice, un camarada de camino, al intentar un texto que le vuelva copartícipe y copadeciente de la experiencia por la que pasa el escritor, en el mismo momento y en la misma forma, que lo lleve por debajo del desarrollo convencional a otros rumbos más secretos; Morelli quiere una narrativa que no sea un pretexto para la transmisión de un mensaje: "no hay mensaje, hay mensajeros y eso es el mensaje, así como el amor es el que ama." [10] Menciona que todo ardid estético es inútil para lograrlo, lo que vale solamente es la materia en formación, la inmediatez vivencial. El hecho literario reside justamente en la cooperación textual como fenómeno que se realiza entre dos estrategias discursivas, no entre dos sujetos individuales; digamos, entre dos conciencias: Morelli pretende una literatura que actúe como coagulante de vivencias, incidiendo primero en quien escribe al elaborar un texto abierto para no dejar fuera los anuncios que pueden volvernos mensajeros. La idea es que el texto no engañe al lector, que no lo ubique sobre cualquier emoción, sino que le dé un material significativo con indicios de algo como una fachada detrás de la cual esté "operando un misterio que el lector cómplice deberá buscar (de ahí la complicidad) y quizá no encontrará (de ahí el copadecimiento)" [11] y el logro del autor se repetirá en el lector cómplice en tanto que el lector hembra se quedará con la fachada. La tarea de la literatura es precisamente acabar con el lector hembra, o al menos menoscabarlo seriamente para, de esta manera, ayudar a quienes trabajan para llegar al Yonder. [12]

Cortázar no propone un rompimiento con las configuraciones tradicionales de la literatura, sino una concientización del lector, quien debería reconstruir al lenguaje y reconstruirse él mismo en la ejecución del lenguaje, sintetizarse eidéticamente con los fenómenos, no sólo de la literatura sino de la realidad toda. En este sentido, Morelli viene a ser la personificación intratextual de este planteamiento.

La fenomenología, en su tarea de descubrir y describir los fenómenos de la conciencia en la reconstrucción del sujeto racional, distingue entre la actitud natural y la actitud fenomenológica de la conciencia. A la actitud natural correspondería una lectura ordinaria, ingenua y superficial; y a la actitud fenomenológica, la trascendental, dependiendo de la actitud del lector; esto es, la lectura ordinaria — del lector hembra — como aquella experiencia ingenua del mundo que parte siempre de conceptos preconcebidos de verdad, y de medidas establecidas para totalizar, simplificar al conocimiento; y la lectura trascendental — del lector cómplice — como la que se realiza con el enfrentamiento subjetivo de la conciencia con el texto. Para que se pase de la actitud natural a la fenomenológica, para asegurar que el lector tenga acceso a esta actitud, debe pasar por la reducción fenomenológica, esto es el modo por el cual el sujeto en el acto de la lectura alcanza a reducir (re-con-ducir) [13] los significados del relato para encarnar las esencias del texto. [14] No estamos refiriéndonos a dos tipos de personas, sino a dos posiciones diferentes de la conciencia lectora ante su quehacer, dos maneras de aprehender los significados; digamos que si no hay una reducción fenomenológica en la lectura, estaremos hablando entonces de una conciencia puramente psicológica; sin embargo, la reducción define al sujeto no psicológico en busca de una evidencia absoluta. [15] Debe también quedar asentado, que la lectura implica sólo una actualización individual e intransferible, es obvio que de cada reducción se deriven múltiples configuraciones de sentido que pueden hacerse de un mismo relato, aunque es el texto quien perfila su recepción, puesto que las condiciones básicas de la interacción texto-lector están basadas en las estructuras del texto.

Noé Jitrik explica que la lectura semiótica [16] está dirigida, designada como tal desde la constitución del texto, porque a la semiótica lo que le importa son los procesos de significación, cualesquiera que sean los modos de interacción que sigan los textos para significar, o sea los caminos adoptados sistemáticamente para determinar una lectura a este nivel; y la interpretación producto de tal lectura, consistiría en considerar los códigos que construyen el texto, y más aún la forma en que éstos interactúan y los resultados de la misma. Dice Jitrik que la interpretación

debe empezar por entender el proceso de interacción de los múltiples códigos o planos; precisamente porque hay un entramado entre ellos no se les puede considerar en una relación de simple superposición; ese entramado, esa interacción, no es sino la condición básica para que tenga lugar un proceso de producción de significación. [17]

Tomando en cuenta la perspectiva de Julio Cortázar en cuanto a los tipos de lectores como diferentes disposiciones intencionales de recepción literaria, relacionamos las nociones esenciales de descolocación y extrañamiento entendidas como una especie de intencionalidad y estado inherentes al lector cómplice, pero no sólo en la lectura, sino como una concepción y aprehensión del mundo en todas las intuiciones posibles, condición imprescindible para todo sujeto que pretenda llegar a comprender en complicidad la literatura cortazareana.

El descolocado, el extrañado , el idiota, también es un cronopio, el cual se deja extrañar y alcanzar niveles de percepción horizontal y verticalmente en el mundo que recrea, dispuesto a entrar en la encrucijada de los significados que se le presentan sin la tendencia de ubicarlo todo en categorías. Un cronopio es un hombre niño con una visión satisfactoria de las circunstancias, una perspectiva que lo sitúa en una escala diferente con respecto a la de las circunstancias en sí. [18] Por eso la relación del juego en la obra de Cortázar, porque al hombre a quien alude el autor siempre percibe la realidad desde otros ángulos, el discurso lúdico en varios de sus personajes, los acontecimientos, en sí todo aquello necesario para emprender la búsqueda , la creación del reino milenario . Él dice, que a lo largo de una dialéctica mágica “un hombre-niño está luchando por rematar el juego de su vida (...) porque un juego bien mirado, ¿no es un proceso que parte de una descolocación para llegar a una colocación, a un emplazamiento —gol, jaque mate, piedra libre?”. [19]

Para Cortázar, la literatura es una incitación tendiente a que el lector se asuma como partícipe de las vivencias por las que pasan los personajes; las tramas tradicionales de la narrativa se dislocan porque apuesta con las estructuras, vuelca las circunstancias de tal modo que seduce, libera la concepción común de que el texto literario sirve para reconocerse en él y gozarlo simplemente, por eso su repulsión a toda retórica encaminada a entender la obra como espejo de la realidad. Él busca, y procura que sus lectores emprendan en el fenómeno literario la misma búsqueda de un lenguaje sin mediaciones, pretende un discurso que corrompa la realidad y la recree, que mediante la experiencia estética conquiste una visión de mundo renovada, provoque en el pensamiento y en otras instancias del hombre una comprensión y una conciliación con su mundo, que sepa del carácter esencial de la conciencia que significa ser hombre, y se integre a él, que sea, en el transcurso y después de la lectura, más hombre. Que el exceso de la razón no detenga a la conciencia, sino que ésta se aventure a arribar diagonal o verticalmente en otros modos de significar, para que la literatura cumpla verdaderamente con su función estética y la trascienda; que invada al lector en su experiencia como quien toca un instrumento y no es sólo el ejecutante ni el intérprete ni el creador ni la música, sino un mismo orden que emerge en el acto, y se mueve en su acuidad, una confluencia ocasional y prodigiosa imposible de escindir.

La constitución de la conciencia en el acto estético de la obra de Cortázar, se va configurando en la medida de las descolocaciones sufridas en la lectura, en los enfrentamientos con las reflexiones y vivencias de los narradores y los personajes, en sus atormentadas búsquedas de unidad, los combates entre el discurso heredado y la sospecha de un nuevo reino de la experiencia, acaso ya entrevisto en alguna fractura del tiempo. La conciencia que ha conquistado la guerra florida de cada hombre, de cada ser, es una conciencia esencial, y buscará en lo sucesivo los mandalas, los kibbutz del deseo, en síntesis el reino milenario que le hace merecedor de su propio devenir, una persecución de un sentido de la vida sólido y duradero, que no muera con el desenlace de una fábula sino que potencie la realidad, que devenga en una existencia trascendental. De esta manera la fenomenología queda asumida en la poética de Cortázar, la literatura entendida como la posibilidad de intuir y aprehender las singularidades eidéticas de las ficciones para una comprensión originaria de la naturaleza del mundo y de la conciencia humana.

Para llegar a esta comprensión, Cortázar configura su obra con los elementos del extrañamiento, la descolocación, el lector cómplice, como intencionalidades; el juego, los puentes, las revelaciones, como distintos modos de intuir; los desdoblamientos, las aboliciones espacio temporales, las otras perspectivas desde donde el mundo puede concebirse, como una visión renovada de la realidad, producto de los desplazamientos semánticos que vienen siendo reducciones fenomenológicas. Todo esto, establecido en el lenguaje, en esa instancia inmolada y recreada que permita al hombre el paso de la conciencia ordinaria a la fenomenológica, y, de esta manera, la constitución del reino milenario, la conciencia que siempre ha de perseguirse para la trascendentalidad de las vivencias reales y posibles del ser humano: la esencia, la verdadera existencia.



[1] Zirión Quijano, Antonio. Breve diccionario analítico de conceptos husserlianos . UNAM, 1990, México. www.filosoficas.unam.mx/~zirion/BDACH.htm p. 51.
[2] Iser, Wolfgang. “El proceso de lectura. Una perspectiva fenomenológica” en Estética de la recepción. Compilación de Rainer Warning. Ed. Visor, 1989, Madrid. (La balsa de la Medusa, 31). p. 149.
[3] Íbid. p. 157.
[4] Eco, Umberto. Lector in fabula. La cooperación interpretativa en el texto narrativo. Ed. Lumen, 2ª ed., 1987, Barcelona. p. 79.
[5] Íbid. p. 80.
[6] Eco, Umberto. Obra abierta. Ed. Planeta - Agostini, 1992, Barcelona. (Obras maestras del pensamiento contemporáneo, 6). p. 74.
[7] Íbid. p.p. 74-75.
[8] Cortázar, Julio. La casilla de los Morelli. Compilación de Julio Ortega, Ed. Tusquets, 4ª ed., 1988, Barcelona. (Cuadernos Marginales, 30). p. 11.
[9] Cortázar, Julio. La vuelta al día en ochenta mundos, II. Ed. Siglo XXI, 17ª edición de bolsillo, 1992, México. p.p. 182-183.
[10] Cortázar, Julio. Rayuela. CNCA, 1992, México. (Colección Archivos, 16). cap. 79.
[11] Íd.
[12] Yonder significa la verdadera realidad, pero no como algo por venir. No puede ser entendido como futuro en el tiempo o en el espacio, una meta o el final de una evolución, sino algo “que ya está aquí, en nosotros. Se la siente, basta tener el valor de estirar la mano en la oscuridad.” Se refiere a la búsqueda del Yonder como la empresa del hombre: “Sigamos en busca del Yonder, hay montones de Yonders que ir abriendo uno detrás de otro”, es decir que no es el último peldaño, no la finalidad de la vida del ser humano, sino la acción continua para que la existencia tenga sentido. Íbid. cap. 99.
[13] Vid. San Martín, Javier. La Fenomenología de Husserl como utopía de la razón. Anthropos, 1987, Barcelona. (Filosofía, 10). p. 45.
[14] La reducción —y la fenomenología, en la medida en que depende de ésta— tiene la función de descubrir y describir los fenómenos de la conciencia, la vida subjetiva, en cuanto son independientes del mundo, es decir, en cuanto presentan una realidad que se da en sí misma, sin que sea lógicamente necesario pensarlos como relativos a otra instancia, sino sólo como míos, mi realidad absoluta.
[15] Para que se dé la reducción fenomenológica, es preciso que se practique la epojé, porque el texto literario no puede darse en sí mismo sino mediante el proceso de la lectura. La Epojé consiste en “volver la mirada de la conciencia hacia la conciencia misma, invertir la dirección de esta mirada y, al suspender el mundo, levantar el velo que ocultaba al yo su propia verdad." Lyotard, J. - F. La Fenomenología. Ed. Paidós, 1989, Barcelona. (Paidós Studio, 76). p.p. 35-36.
[16] La lectura semiótica resulta de una capacidad intencional en la búsqueda de un efecto, supone entender un proceso significante, es la aproximación al texto precedida de su propia dimensión textualizante a fin de entrar en el ámbito de la lectura crítica. Para que haya una lectura de este tipo es menester un desplazamiento hacia la captación más plena del texto.
[17] Jitrik, Noé. Lectura y cultura. UNAM, 3ª ed., 1998, México. p. 41.
[18] Cortázar, Julio. La vuelta al día en ochenta mundos, I. Ed. Siglo XXI, 16ª edición de bolsillo, 1988, México. p. 34.
[19] Íbid. p. 33.

LA TARDE

LA TARDE

La voz postergada hasta la tarde primigenia,

el ámbito estremece el tiempo

arde mi paz sobre las cenizas del camino.

Me detengo, desnuda

sangrando cada letra;

el viento crepuscular abre mis alas

y te toco, en la certeza de la vida

sin lágimas sin nada,

mientras el cielo lascera dulcemente mi agonía.

POR: ARJÉ

NOEMÁGICO desde COMO EN BOTICA... de todo un poco

NOEMÁGICO desde COMO EN BOTICA... de todo un poco

COMO EN BOTICA... de todo un poco publicó felizmente un artículo acerca de este weblog el 22 de marzo. Agradezco sobremanera cada palabra dedicada a tan amable apreciación, y por ello quisiera dar a conocer a mis lectores el texto íntegro que este blog hermano, como él se expresa, nos ha destinado.

Sinceramente, desde Noemágico, Rocío Arenas Carrillo .

Noemágico: Un Lenguaje Hacia Otro Entendimiento.

El ser humano tiene capacidades, que le permitieron trascender la debilidad propia de su especie frente a depredadores mejor adaptados a un ambiente hostil. Se asume que en primer lugar fue el caminar erguido, de manera que sus manos pudieron adaptarse para utilizar herramientas; pero quizá el logro más significativo fue el pensamiento lógico, la abstracción que condujo al lenguaje. Entre ese laberinto de signos y significancias se encuentra la clave para que en menos de 5000 años, el hombre haya pasado de adorar el Sol a escudriñar el Universo, y más aún, de mirarse interiormente e imaginar otras realidades que luego extrae de su conciencia y las plasma en forma de texto. 

Noemágico es un blog hermano hospedado en Blogia, que aún siendo tan reciente, ya apunta a ser un referente de consulta para todo aquel interesado en profundizar en temas de literatura, filosofía, educación y otros discursos. Mediante textos, ensayos, análisis y otros recursos, la mayoría creación original, se exponen de manera precisa y meticulosa los temas que componen el formato de este blog, es un trabajo serio, especializado y profesional, estructurado con una pureza metodológica de alto grado académico.

En Noemágico, de momento podemos encontrar algunos exclentes artículos sobre argumentación y constructivismo, la ciencia y sus métodos, el extrañamiento, la idea de educación en Durkheim, y una colaboración de muy buena factura titulada ...Y también hubo paz. Además de que este blog es actualizado constantemente, se proyecta que a mediano plazo publicará más textos originales de otros colaboradores, permitiendo así que se difundan y germinen las propuestas emanadas por jóvenes investigadores y escritores, explorando todo el espectro del quehacer literario como el ensayo, el cuento, la poesía, el análisis literario, etc.

Noemágico, es un gran ejemplo de que el Blog puede ser una herramienta valiosa para dar cabida a las formas más exquisitas del pensamiento. Más que una simple bitácora, es un foro donde se concilian de manera objetiva las vertientes del intelecto, ya sea en su forma conceptual o expresiva, explorando desde el todo hasta la partícula, por medio de la hilación que confiere el lenguaje y su estudio.

Si te gusta la literatura, la filosofía y los tópicos sobre educación, en Noemágico te vas a sentir como en casa.